En una antigua tribu que vivía en la selva, había una jovencita muy linda, a la cual codiciaban todos los hombres, pero ella sólo amaba a un gran guerrero.
Y se enamoraron profundamente... hasta que cierto día la tribu entró en guerra.
El partió a la contienda y ella quedó sola prometiéndole amor eterno...
Pasó mucho tiempo y los guerreros no volvían... mucho tiempo después, se supo que ya no lo harían.
Perdido su amor... la joven cerró todo sentimiento pues la herida abierta en su corazón ya no podría sanar...
Se negó a todo pretendiente... Una tarde se internó en la selva, entristecida, para dejarse morir...
Y así la encontraron unos cazadores que andaban por allí... muerta en medio de unos yuyales.
Al querer alzarla para llevar el cuerpo al pueblo, notaron, asombrados que de sus brazos comenzaron a crecer ramas y que su cabeza se doblaba hacia el tronco.
De sus dedos florecieron flores blancas.
Los indios salieron aterrados hacia la aldea. Unos días después, se internaron los cazadores y un grupo más al interior de la selva y encontraron a la joven, que nada tenía de muchacha, sino que era un robusto árbol cuyas flores blancas se habían tornado rosas.
Comentan que esas flores blancas lo eran por las lágrimas de la india derramadas por la partida de su amado y que se tornaban rosas por la sangre derramada por el valiente guerrero.
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