En Norteamérica existe una gran diversidad de culturas y, como en tantos otros sitios, varios son los mitos recogidos sobre la creación del mundo. Quizás el más común y a la vez el que libra el papel más importante es el que versa sobre El Buceador de la Tierra. Según narran los Cheyenes, Maheo (conocido en otras partes de Norteamérica como Manitú y como Wakan Tanka), el “Todo Espíritu”, creó el Gran Agua, los seres acuáticos y las aves; éstas, cansadas de volar, decidieron bucear por turno en busca de tierra. Su tarea fue baldía hasta que lo intentó la focha (ave de origen humilde), que al regresar, posó en la mano de Maheo una pequeña bola de barro que portaba en el pico. Maheo tomó la bola frotándola entre sus manos hasta que esta se expandió de tal modo que sólo pudo ser transportada por la Gran Madre Tortuga. El barro siguió creciendo sobre su espalda hasta que se creó la primera tierra.
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