Cuenta una hermosa leyenda Cherokee que el Gran Espíritu creó al hombre y a la mujer, les entregó la tierra con todas sus maravillas y pensó que se sentirían felices, vivirían en paz y fundarían una gran familia.Pero no pasó mucho tiempo antes de que la pareja comenzara a reñir. La mujer gritaba al hombre y el hombre gritaba a la mujer. Ninguno de los dos parecía hacer nada bien a los ojos del otro, y eran tan amargos los reproches y duras las palabras que finalmente la mujer decidió abandonarlo.Por un tiempo el hombre solo se sintió tranquilo pero pronto empezó a echar en falta a su compañera y se entristeció. El Creador le preguntó si le gustaría que la mujer volviera a su lado y el hombre dijo que nada deseaba más y el Creador prometió traerla de vuelta. Ella salía todos los días a recoger frutas y bayas con que alimentarse y el Creador hizo que nacieran en su camino arbustos colmados de arándanos pero ni los miró. Luego, llenó la ribera del arroyo de zarzas de las que pendían grandes y dulces moras pero tampoco se sintió interesada.Más tarde fueron las frambuesas y muchas más frutas silvestres pero no hacía ningún caso, hasta que el Creador hizo aparecer las fresas. La mujer vio una gran mata plagada de frutos rojos y brillantes y quiso probarlos. Se agachó, recogió unos pocos y los comió con deleite. Eran tan dulces y frescos, tan suave su sabor que pensó; "Al hombre le gustaría mucho comer estas frutas", y llenando el cestillo que traía volvió al lado de su pareja para ofrecérselas y disfrutarlas en su compañía.Así se originaron las fresas y el Creador logró que el hombre y la mujer volvieran a estar juntos.(Leyenda Cherokee)
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