Tuesday, January 29, 2008

Leyenda Chilena 'Leyenda de Las tres Pascualas"




Las tres pascualas vivían en la naciente ciudad de Concepción, allá por el siglo XIX.
Las tres eran hermanas. Ellas, siendo jóvenes, lindas y lavanderas, solían ir diariamente a lavar la ropa en una laguna cercana. Allí, entre lavado y lavado, cantaban canciones de amor.
Y al caer la tarde, le pedían a la laguna que, por favor, les trajera el verdadero amor de sus vidas. Un día vieron llegar por la orilla opuesta a un gallardo joven que, al verlas, se acercó hacia ellas y les ofreció tertulia. Compartieron con el joven su comida y este las acompañó hasta que el sol se puso. Las encontró muy lindas y malvadamente se propuso hacerlas suyas. Por otro lado, las tres Pascualas regresaron a su casa en silencio, arrobadas y cada una de ellas convencida de que el hermoso joven había venido por ella ¡solo por ella! Por su lado, el joven regresó día a día a la laguna, dispuesto a rendirlas, una por una, a su pérfido deseo. Llegaba por la mañana, ayudaba a la Pascuala menor a llevar la ropa a su cabaña, y en el trayecto, le declaraba su ardiente amor. Cuando la Pascuala mayor partía al pueblo a comprar las provisiones, enamoraba a la de al medio. Y cuando la menor preparaba la comida, juraba amor eterno a la mayor. Así, las tres Pascualas se enamoraron locamente. Como cada una se sentía la elegida, no se atrevían a mirarse de frente, temerosas de despertar sus celos. Ya no cantaban: solo suspiros llenaban el atardecer. La laguna ya no era verde y clara, si no turbia y revuelta como sus pobres almas, que le habían dado todo a su bien amado.Y, entonces, el dichoso bien amado, habiendo logrado su propósito, ya no acudió a la cita. Esperaron en vano, hora tras hora, día tras día. Por fin, se miraron cara a cara y sus propios ojos revelaron su triste secreto. Muertas de pena, fuéronse internando calladas en las aguas, estas se agitaron formando un remolino. Un temblor sacudió su fondo. La aguas se desbordaron, y al volver a su cauce, este tomó la forma de la luna en cuarto menguante.Según cuentan los lugareños,desde entonces ciertas noches suelen verse las tres Pascualas, luego de luna llena, lavando y lavando en la laguna que lleva su nombre. Creen que sus aguas no son buenas y evitan su cercanía. (leyenda chilena)

Leyenda Chilena " La leyenda de la Laguna de Aculeo"




Cuenta la leyenda, que un viernes santo, un carretero llevaba su carreta cargada
con oro, iba viajando por la orilla del cerro y la orilla de la laguna, cuando aparecieron unos asaltantes que interrumpieron su viaje e intentaron robarle tan preciada carga.



El carretero, para salvar su preciada carga azuzó sus bueyes hacia adentro de la laguna, internándose hasta perderse en la profundidad de las aguas.
Desde entonces todos los viernes santos, cuenta la leyenda que se escucha al carretero azuzar sus bueyes justo a la medianoche.

Leyenda Chilena " La Sirena"




El lugar predilecto por la Sirena es la isla Laitec, una de las más australes del archipiélago de Chiloé. Posee una playa de arenas grises, en partes blanqueadas por la cal de las conchuelas, que se alarga siguiendo la curva de una bahía, hasta la punta "Lile", en donde forma una angosta faja, que como pequeña rampa termina en un islote de rocas estratificadas, blancas, grises y rojizas; parcialmente cubiertas de verdosos matorrales y hierbas de múltiples colores, con vistosas flores, que se reflejan en el espejo de las aguas azules de la quieta ensenada.
En las noches tranquilas y protegida por el velo tenue de la niebla, sale desde el fondo del mar, la bella Sirena, a disfrutar de la placidez de este rincón maravilloso. Se posa en la más alta de las rocas que circundan el islote, haciendo bruscos movimientos de cabeza, para secar su cabellera, de gruesos cordones, parecidos a los tallos del sargazo. Su estatura y las curvas de su cuerpo plateado, que emite una suave y pálida luz, son comparables, tan sólo, a las de una mujer hermosa. La belleza extraordinaria de su rostro, se ve realzada por el color ligeramente rosado de sus mejillas, por sus grandes ojos pardos, ligeramente oblicuos, de tierno mirar, por su boca bien proporcionada de labios finos y rojos, que le añaden singular simpatía. Si bien, desde el tronco hacia arriba, no se diferencia fundamentalmente, de una mujer, sus miembros inferiores, muy bien formados en los muslos, se van confundiendo hacia el extremo distal de sus piernas, para terminar en una cola de pez.
Reposa largo tiempo, sentada sobre las rocas, contemplando la tierra y el mar, siempre atenta al menor ruido y cuando siente la presencia del hombre, se desliza, huye veloz, y se hunde en las profundidades del mar.
Un viejo poblador de la isla, cuenta que hace años, estando una noche en plena faena de pesca con otros compañeros, sintieron, de pronto, bruscos movimientos y sacudones en la red, la que una vez elevada, con grandes esfuerzos, hasta La embarcación, mostró envuelta en sus mallas a una hermosa Sirena. La contemplaron con admiración y éxtasis, por largo rato, pero aún no repuestos de la fuerte impresión, debieron dejarla en libertad, conmovidos por su amargo llanto y sus lamentos cuajados de emoción.
La Sirena, es hija del Millalobo y de su esposa la Huenchula. Su misión, señalada especialmente por el padre, como en cuidar a los peces, como los pastores a su ganado. Ayuda a su hermana la Pincoya, a transportar los cuerpos de chilotes muertos en el mar hasta el barco fantasma, "el Caleuche".
La Sirena, suele acompañar, a distancia prudente, la barca de algún pescador de su agrado y al que proporciona abundante pesca. Algunos mozos han llegado a concretar sus amores con esta hermosa una ninfa; pero más tarde al formar su hogar con alguna niña de la aldea, ven con angustia como sus descendientes nacen con una cola de pescado.

Leyenda Inca " Leyenda de los Payachatas"


Esta es una leyenda Inca que cuenta la historia de dos tribus enemistadas.

Las constantes peleas y discusiones por las tierras hacían su convivencia casi insostenible. Un día, el destino quizo que el Principe y la Princesa de los respectivos poblados se encontraran. Desde ese instante comienza a crecer un amor puro y sincero superior a los conflictos de sus pueblos. Cuando las familias se enteraron de este romance no podían comprender lo que sucedía. El odio irreflexible imposibilitaba ver que esta relación podía traer la paz y la unión. Ambas tribus se afanaron en aconsejar e impedir la cercanía de los príncipes, a través de la magia, sin embargo, no tuvieron éxito. Era tanto el amor de la pareja que hasta la naturaleza sentía pena por ellos. Las nubes y la luna comenzaron a llorar. Los lobos aullaban y las tormentas cayeron sobre las tierras, advertencia de los dioses para ambas tribus. Mientras la naturaleza volcaba su fuerza para que los poblados cambiaran de actitud, ellos realizaban toda clase de artilugios para romper con el amor de los jóvenes. Tan inútiles resultaron los esfuerzos, que los sacerdotes decidieron sacrificarlos para que nunca llegaran a estar juntos. En una noche oscura y sin luna los príncipes fueron asesinados. La fuerza de la naturaleza se hizo presente, llovió y llovió por días y noches. Las lluvias, cada vez más intensas, fueron acompañadas de truenos y relámpagos que asolaron la región. Las dos tribus desaparecieron, producto de las inundaciones y en lugar de ellas aparecieron dos hermosos lagos por donde se ha visto pasar en pequeñas canoas a los dos príncipes finalmente juntos. Los lagos creados por las intensas lluvias son el Chungará y el Cota-Cotani. La naturaleza no contenta con este homenaje, puso en el lugar de las tumbas de los jóvenes dos volcanes: El Parinacota y el Pomerame.

Leyenda Chilena " El Camahueto"




Este ser de la mitología Chilota, es un ternero parecido al unicornio por su único cuerno en la frente, que brilla en las noches de luna.
Quienes dicen haberlo visto, cuentan que es muy ágil, vigoroso y de gran hermosura.
Se dice que nace y se desarrolla donde hay caídas de agua o terrenos pantanosos, su vida aquí dura hasta haber alcanzado los veinticinco años (edad adulta), para luego, emigrar hacia el mar.
En su viaje destruye los sembrados y la naturaleza que esté en su camino.
Cuando se llega a saber sobre la existencia de un Camahueto en los terrenos de alguna persona, ésta busca a un brujo, el cual lazeará al Camahueto con una soga de sargazo y lo llevará al mar tratando de no causar daño en el camino.
El Camahueto no se deja atrapar por los -Limpios-, solo aquel que conozca el -Arte- podrá atraparlo y siempre y cuando se encuentren en la tierra y en el plenilunio, para así cortarle el cuerno sin el cual se convertirá en un débil y manso cordero.
A su cacho se le atribuyen poderes curativos, por lo que se lo raspa para curar enfermedades tales como Reumatismo, Anemia, etc...
Sus efectos son tan fuertes que si alguien ingiere una sobredosis puede quedar Encahuetado (Esquizofrénico, Loco).
Y si se mezcla con miel y chicha de manzana, devuelve el vigor y la fuerza gastada, quedando como -Potro en Primavera-.

Leyenda Chilena " La viuda"



Mujer muy alta, vestida de negro y lleva la cabeza cubierta con un manto para no dejarse ver el rostro.
Al andar hace crujir sus enaguas, muestra sus pies desnudos, blancos como la leche.
Se presenta en lugares solitarios y en las playas aterroriza.

Sale de noche y recorre los caminos en busca de galanes. Persigue a los buenos mozos y al acercarse al incauto, lo abraza por la espalda y enseguida lo -enlesa- con su aliento.
Cuando lo tiene en ese estado se lo lleva a su choza, obligándolo a satisfacerla a cada instante.
Al amanecer lo lleva lejos de su morada y lo abandona en cualquier lugar.
Al -enlesado-, no le ocasiona otros daños; se normaliza y recupera la razón después de varios días.
También es aficionada a los jinetes. De un salto trepa al anca, se abraza a él y suelta el resuello para -enlesarlo-. Si es inmune al aliento, ésta lo aprieta con sus brazos y lo estrangula.
Sule merodear por las casas, si alguien la sorprende y le habla, ella desaparece confundiéndose con las sombras.
** Anda con un perrito y se
aparece tras las ramas **

Leyendas de Chile "Leyendas de Chiloe"



EL CULEBRON

Se dice que cada veinte o treita años, aparece por Chiloé un culebrón que, al mostrarse hace un gran ruido. El primero que avista dicho culebrón, muere.
CHIHUED

El Chihued es un brujo que ha tomado la forma de pájaro. Se trata de un ave del tamaño de un zorzal, de plumaje negro y grito áspero. Afirman en Chiloé que su canto anuncia la muerte próxima de alguno de los que lo escuchan. La desgracia se podría evitar dando muerte al Chihued, pero esto no es tan fácil, ya que la única forma de acabar con él es con un palo preparado con diversas unturas y medicamentos, lo que no siempre se tiene a mano.

EL COO
Para el cumplimiento de determinadas funciones, los brujos disponen de diversas criaturas, especialmente aves. Estos animales, a los cuales de les han transmitido algunas cualidades mágicas, realizan misiones definidas por los brujos, evitando así estos últimos su comprometedora presencia en el lugar de los hechos.
El Coo es una de estas criaturas, cuyo aspecto es el de un ave de color pardusco, de grandes ojos redondos y brillantes, muy parecida en tamaño y formas a la lechuza, suponiéndose por esto que pueda tratarse de alguna de ellas, que ha sido tomada al servicio de un brujo.
En obscuras y tempestuosas noches el Coo avanza en vuelos verticales u oblicuos, hasta la solitaria casa de campo o de algún pequeño villorrio; se acerca a la ventana, débilmente iluminada por la tenue luz de una vela, o de un titilante mechero; agita sus alas y golpea con ellas los vidrios; por instantes se detiene, atrayendo la atención del enfermo que yace postrado en su humilde lecho, y la de sus familiares, que aterrados clavan la vista en la ventana, pues saben que esa siniestra figura, anuncia a través de sus ojos movedizos y chispeantes, el dictamen de la brujería, es decir el fatal y próximo desenlace de la convalecencia del enfermo.
EL CUCHIVILÚ

Es una especie de cerdo-culebra que vive constantemente en lagunas o pantanos. Su gruñido es el de un cerdo.
Se baña en las corrientes y si alguien se bañara en las mismas aguas, dicen que se le cubriría el cuerpo de sarna.
También causa perjuicios en los corrales ozándolos.

Leyenda Chilena " La Voladora"




Es una bruja que puede transformarse en pájaro, es mensajera de los brujos y aunque ella también tiene poderes, no se le permite participar, ya que muchos secretos y prácticas le están vedados.
Para transformarse y poder volar tiene que vomitar sus intestinos en una -Lapa- o paila que oculta muy bien entre matorrales. No usa el -Macuñ-, para volar.
Esta bruja solo puede transformarse en pájaro por la noche y cuando vuela por los aires lanza unos gritos muy desagradables, chillidos y carcajadas histéricas, pero llegado el día tiene que terminar con su misión y convertirse en humana.
En caso que no encontrara sus intestinos, está condenada a seguir como -Bauda- por el resto de su vida, pero no podrá sobrevivir mucho.
Si se escucha el grito de la Voladora como un lamento, entonces vendrán desgracias y muerte; en caso de que se pare en la -Arboladura- de un Chalupón, aquella embarcación cargará un muerto.

Leyenda Chilena " El Basilisco"




Nace de un huevo -Lloy Lloy-, el cual es puesto por una gallina vieja o un gallo colorado. Al nacer tiene la forma de un gusano que corre como lagartija.
Se le encuentra generalmente bajo los establos o-enraje- de las casa hasta convertirse en Basilisco.
Este ser mitológico mata con solo mirar. En caso que solo se le divisara una parte del cuerpo, la persona quedará paralizada para el resto de su vida.
Cuando los habitantes de una casa donde tienen al Basilisco duermen, éste entra en las habitaciones y succiona a distancia el aliento y la flema haciendo que éstos se vayan secando. A estas personas se le produce una tos seca y comienzan a adelgazar hasta quedar como un esqueleto. El Basilisco no abandona la casa hasta que mata a todos sus habitantes.
Para acabar con el Basilisco, solo se puede recurrir a un brujo, el cual usará su -Arte- y algunos recursos tales como tirarle agua hirviendo, quemar donde se encuentre, matar a la gallina o gallo que pone los huevos -Lloy Lloy- y por último dejar el huevo al centro de una fogata hasta que éste se consuma totalmente.

Leyenda Chilena " El caballo marino"




Este prodigioso Caballo de la Brujería de Chiloé, es grande, bastante feo y muy fuerte.

En su lomo pueden cabalgar, en forma holgada y segura los trece Brujos integrantes de la -Mayoría-.
Tiene más de doce varas de largo y su altura puede superar las cuatro varas.
Es el medio de transporte hacia el buque fantasma.
Cuando los brujos necesitan de sus presencia acuden a la playa, le silban de cierta forma especial y de inmediato se presenta allí.
Después de terminado el viaje, con una palmadita en el anca, el caballo marino vuelve a sumergirse en el mar.
Se le ve aparecer al bordear una puntilla costera, chorreándole el agua, saliendo del fondo del mar después de haber realizado su tarea junto a los -Pelapechos-, del Caleuche.
La presencia del Caballo Marino cerca de los corrales de pesca, augura pronta escasez de peces en el -Corral-.

Leyenda Chilena " La Huenchula"




Hija única de un matrimonio, que vivía en las cercanías del lago Cucao. Era una muchacha muy admirada, por todos los habitantes de la aldea vecina, por su hermosura y simpatía. Sus padres la adoraban, era ella quien realizaba todas las actividades hogareñas, ya que la madre, una famosa machi, dedicaba gran parte de su tiempo a labores propias de su profesión.
Un día, al regresar de su cotidiana faena, de conducir agua, desde el lago cercano, manifestó a su madre su desagrado por este trabajo; no por el esfuerzo que le demandaba, sino por el temor que le producía la presencia de un raro animal, con ciertas formas de lobo y de hombre, que desde las aguas la contemplaba, cada vez con mayor insistencia.
La madre, mujer acostumbrada a oír las ficciones y cuentos de sus alucinados clientes, no le dio importancia ni crédito. Pensó se trataba de las propias fantasías de la muchacha, que su viva imaginación, las hacía reflejar en el agua; le indicó, siga cumpliendo sin temor su tarea y deseche esas falsas ideas, que podrían alterar su mente. Estos argumentos no convencieron a la Huenchula y temerosa continuó sus viajes al lago, contemplando la misma visión, cuya realidad no le merecía duda y a la cual fue perdiendo temor. Una tarde, al agacharse para llenar su "chunga", en las aguas del lago, el misterioso animal alargó una mano, tomando suavemente la suya. El contacto de esta mano fuerte y suave, la sobrecogió de espanto y todo su cuerpo fue presa de un fuerte escalofrío. Esta impresión, se esfumó rápidamente, ante la mirada tierna, humilde y suplicante del raro animal y se transformó en una atracción irresistible, hacia él. Y a pesar que no hablaba, sino sólo emitía una especie de balido, comprendió claramente sus intenciones, se dejó atraer y ambos, siguiendo las aguas del lago que bajan por el río, se perdieron hasta llegar al fondo del Océano Pacífico.
En casa de la Huenchula, todo era intranquilidad, por la demora de la muchacha, siempre tan puntual en sus quehaceres. Ante esta situación, resolvió la madre salir en busca de su hija, dirigiendo sus pasos hacia las orillas del lago, pero no encontró a la niña, en cambio sus ojos espantados contemplaron, que la "chunga" en la cual la Huenchula acostumbraba conducir el agua, estaba llena de un líquido rojo idéntico a la sangre... La hechicera, regresó a su casa, inundada de llanto y contó a su esposo el lamentable resultado de su búsqueda.
Pasaron largos meses y el consuelo no llegaba a la casa materna, en la que sólo reinaba un ambiente de intensa amargura. Pero cumplido un año justo, de su misteriosa desaparición y en una tranquila noche de luna, la Huenchula, se presentó ante sus padres, que estupefactos, contemplaban su figura, sin convencerse lo que sus ojos veían; hasta que las palabras, los gestos y los brazos de su hija apretaron contra su corazón a sus queridos progenitores, que como salidos de un mal sueño, despertaron dichosos y felices. Sin entregar detalles, la Huenchula les contó que venía desde remotos lugares y les traía muchos regalos, de parte de su esposo, un poderoso rey, padre de la criatura que muy envuelta llevaba en los brazos y que depositó en una vasija de manera, una "lapa", en donde debía permanecer ajena a las miradas de todos.
En ausencia de la Huenchula y ante las miradas curiosas de los ancianos, la criatura se transformó en agua. La Huenchula, angustiada por este suceso, huyó del hogar de sus padres, llevando lo que quedaba de su hija, para reunirse con su esposo, el Millalobo, en el fondo del mar.

Leyenda Chilena " El Millalobo"





El Millalobo habita en lo más profundo del mar, y fue concebido bajo el mandato y protección del espíritu de las aguas Coicoi-vilu, por una hermosa mujer en amores con un lobo marino durante el período en que las aguas del mar invadieron la tierra.
Tiene el aspecto de una gran foca, su rostro tiene aspecto de un hombre y de pez. La parte superior del tórax tiene aspecto humano y el resto de su cuerpo tiene formas de lobo marino. Está cubierto de un corto y brillante pelaje de color amarillo oscuro, de ahí su nombre Millalobo (de milla=oro) o Lobo de Oro.
Comparte su vida con
la Hunchula, hija de una vieja machi, llamada la Huenchur, y cuando las condiciones lo permiten sale con su amada a las playas solitarias con la intención de disfrutar de los rayos del sol.
El Millalobo, fue envestido por
Coicoi-Vilu, como amo y señor de todos los mares y por lo tanto es el jefe supremo de todos los seres que en ellos habitan. De esta manera está en el nivel jerárquico más alto del gobierno de los mares y se le puede comparar con Neptuno de la mitología griega.
Como dueño y señor, de gran poderío, delega sus importantes funciones, en varios miembros subalternos encargados de hacer cumplir sus mandatos y voluntad. Esto va desde sembrar peces y mariscos, cuidar de su desarrollo y multiplicación, dirigir las mareas o controlar las calmas y tempestades. También están bajo su mandato las acciones de seres maléficos como
la Vaca Marina, el Cuero, el Cuchivilu y el Piuchén.
De su unión con la hermosa Henchula nacieron
la Pincoya, la Sirena y el Pincoy, quienes como buenos hijos ayudan y desempeñan importantes papeles en los vastos dominios de su poderoso padre.

Leyenda Argentina " La leyenda del Algarrobo"


El algarrobo es un árbol con fuerte presencia en Argentina. El ejemplar que aparece en la fotografía de arriba posee más de cinco siglos y se encuentra en la localidad de Purmamarca, en la Quebrada de Humahuaca, en la provincia argentina de Jujuy.

Leyenda Chilena " El Imbunche"




El extraño Imbunche, una de las más singulares creaciones de la imaginación indígena patagónica (Ilustración de Ure, en Nuevo diccionario Mapuche-Español, de Editorial Siringa, Neuquén, Argentina).




El Imbunche o Machucho de la Cueva es un personaje antropomorfo contrahecho. Criado completamente desnutrido y mal alimentado. Tiene la pierna derecha quebrada y pegada a la espalda. De este modo se imposibilita su huida cuando pequeño, y más tarde se impide su alejamiento de la Cueva, de la cual es guardián. Se trata de un niño regalado a la Mayoría por su padre brujo, o bien raptado del seno de alguna familia para destinarlo a la custodia de la Cueva. En su crianza se le suministra leche de "gata" (nodriza india); más tarde, carne de "cabrito" (párvulo) y, en su edad adulta, de "chivo" (individuo adulto).
El Imbunche no habla, sólo emite sonidos guturales, ásperos, muy desagradables. Su alimentación corre a cargo de los brujos. Unicamente en caso de escasear demasiado,se le permite salir en tres pies a buscarla en las inmediaciones. Durante estas pequeñas salidas va profiriendo sus alaridos, aterrorizando a cuantos lo oyen. De esta manera, nadie se atreve a mirarlo. Los únicos que pueden verlo sin peligro son precisamente los brujos. Hay ocasiones en que el Imbunche debe salir a otros distritos. Esto sucede en los casos en que la Mayoría celebra reunión en una localidad distinta a su aquelarre habitual, o bien cuando debe indicar el domicilio de alguien a quien debe "tirársele un mal malo". Para cumplir tal misión se hace transportar en el aire entre dos brujos expertos en esta clase de vuelos tripulados. La creencia en el Imbunche es una manera de explicar el desaparecimiento de muchachitos de sus hogares o de justificar la presencia de niños mal conformados, contrahechos algunos de ellos, por desgracia, verdaderos fenómenos congénitos, a quienes a veces se los mantiene semiocultos y a los cuales la jerga popular designa con el nombre de "naciones", es decir, fenómenos de nacimiento. Es digna de hacer notar la evidente concordancia del papel encomendado al Imbunche, debido a su extraña con formación anormal, con las prácticas establecidas en la jerarquía de la religión incásica. Esta prefería, por ejemplo, para guardias de sus santuarios o templos, a individuos con alguna anomalía física visible. "Entraban al servicio de los templos -dice Louis Baudin- todos los individuos que presentaban carácter singular, sea en su persona (epilépticos), sea en razón de circunstancias particulares de su nacimiento o de su vida (niños que habían sacado primero los pies al nacer o que habían sido paridos durante una tormenta; gemelos, estropeados de nacimiento; indios tocados por el rayo sin haber sido muertos). Se encuentra en esto la concepción que forma la base del culto a los huaca de que hemos hablado: la divinización de las anomalías"... En la actualidad aún perdura, en cierto sentido, la creencia en el valor sobrenatural de las anormalidades, como puede apreciarse en la fe en el trébol de cuatro hojas; en la suerte atribuida al encuentro con jorobados, a las propiedades especiales de las hijas "huemas" (primogénitas) para fletas, a las bondades curativas de las piedras encontradas en el estómago de algunos animales, al poder milagrero de las animitas de personas fallecidas trágicamente, al augurio del gato negro, etc. Todavía es frecuente el dicho: "nació de pies". Es muy probable que también este mismo principio haya influido en la veneración de las vacassagradas de India, y del buey Apis, en Egipto. Como asimismo puede existir alguna relación con el viejo ritual etrusco, según el cual Rómulo trazó los contornos sagrados de Roma con cual iban uncidos un buey enteramente blanco y de igual color. ¿Qué de extraño tendría que el Imbunche fuese también una creación debida a este mismo principio de divinización de las anomalías en que está basada la fe en los "huaca"? La superstición en torno a los seres anormales puede apreciarse en la reacción instintiva de miedo experimentada por los niños ante la presencia de individuos baldados. Lo mismo se observa ante una persona vestida en forma estrafalaria.
La Cueva, lugar secreto reservado a los Butas, para quienes la impunidad es imprescindible, a más de ser sitios estratégicos, necesita de un guardián más que un cancerbero. De ahí el aspecto terrorífico del Imbunche, privado del uso de la palabra y condenado a andar sólo en tres pies. (*)
(*) Fuente: Narciso García Barría, "El Imbunche", en Tesoro mitológico del archipiélago de Chiloé, Santiago, Editorial Andrés Bello, 1989, pp.109-112.


Leyenda Chilena " Caicavilu y tentenvilu"

MITOLOGIA
Isla de Chiloe


Chiloé es la segunda isla más grande de América del Sur, después de Tierra del Fuego, con una extensión de 180 km de norte a sur. La Cordillera de la Costa la recorre en toda su extensión,creando dos ambientes totalmente distintos. De cara al continente, el territorio goza de un microclima que permite la vida humana. Este pueblo de tradición marina construyó gran parte de sus casas sobre palafitos, pilares de madera que sostienen la vivienda sobre las aguas, que son uno de los emblemas de la isla. Sin embargo otra característica fundamental de Chiloé es su exquisita cultura, proveniente de la mezcla de los aborígenes de la zona, los Chonos y Veliche, junto con la influencia de los europeos. De esta forma nacieron los mitos y leyendas de esta isla ubicada al fin del mundo. Barcos fantasmas, ninfas del mar y toda serie de entidades de la tierra y del mar hacen de este territorio uno de los lugares más misteriosos de América del Sur.

Hace muchos miles de años, la zona de Chiloé era tierra firme, pero apareció Caicavilu, serpiente del mal, enemiga de la vida terrestre, animal y vegetal, que desea incorporar a sus dominios marinos; así inundo todo el territorio; amenazando convertirlo en un mar. Cuando esto ocurría, apareció Tentenvilú o la serpiente del bien, diosa de la tierra y la fecundidad, y en general de todo lo que en ella crece. Espíritu bondadoso, que protege sus dominios de las invasiones del mar.
Esta ayudo a los chilotes a trepar a los cerros y a los que fueron atrapados los dotó del poder de las aves y peces, para que no perecieran ahogados. Pero no bastó; Caicavilú, siguió elevando el nivel del mar, entonces Tentenvilú empezó a elevar el nivel de los cerros que sobresalían del mar. La lucha siguió por muchos años hasta el triunfo de Tentenvilú, dando por resultado que los valles quedaron sepultados bajo el mar y los cerros convertidos en bellas islas. Caicavilú, el monstruo marino, descansa en las profundidades del mar esperando algún día despertar.

Leyenda Chilena " El Trauco"





Este es un personaje pequeñito, de no más de una vara de estatura (63 centímetros). De aspecto desagradable, muy forzudo, es capaz de derribar un árbol de tres hachazos. Va vestido de quilineja y no se separa jamás de su "toki" (hacha de piedra), con la cual anuncia su presencia en el bosque. En tierra va apoyado sobre un rústico bastón, el "pahueldún", un palo retorcido. El Trauco o Chauco, para algunos, ama la belleza del paisaje. Trepando en los árboles más altos (un tique), contempla el éxtasis el panorama. Gusta mucho de las murtas. Odia a los hombres, quienes tuerce a la distancia con sólo cambio es un amante apasionado de las mujeresparticular de las doncellas, para quienes resulta irresistible. De ahí que las solteras atribuyan su "deshonra" a este sátiro de los bosques chilotes.
Este homúnculo ha sido considerado como la encarnación de uno de los espíritus expulsados del cielo que no alcanzó a entrar al infierno y quedó convertido en un hombrecillo enteco y perverso. Con toda seguridad este alcance dogmático ha sido el fruto de los elementos religiosos aportados por los misioneros a la mitología indígena. Con él robustecían sus prédicasde la moral cristiana, sin necesidad de combatir abiertamente al personaje mítico autóctono, útil en la vida de la comunidad. Pese a todas las apariencias físicas y morales adjudicadas a este ser estrafalario, según las cuales se le hace aparecer como un personaje maléfico por el daño infligido a las doncellas, es, incuestionablemente, una creación necesaria y valiosa para la colectividad primitiva dividida en tribus. Su creación ha debido obedecer en un comienzo a la necesidad de resguardar la armonía y la integridad social y moral dentro del grupo. Por otra parte, pudo también estar destinado a salvaguardar la seguridad de los vínculos maritales del sistema monogámico. O quizás fue un ente creado para facilitar la custodia de las núbiles, a quienes se trataba de proteger de un prematuro rapto. Se evitaba de este modo curioso que corriesen la misma suerte de las legendarias Sabinas romanas. De un modo semejante a como se atemoriza a los niños con el "cuco" o con el "viejo", así la comunidad primitiva utilizó al Trauco para resguardo de la moral y evitar que las muchachas frecuenten los bosques sin la compañía de un protector o guardián de su castidad virginal. ¿Pudo, en última instancia, existir el propósito de poner a salvo a las doncellas de las relaciones incestuosas, dentro de una sociedad en la cual predominaba el sistema de uniones exogámicas? ¿Se prohibirían bajo penas severísimas las relaciones endogámicas? En al caso, el Trauco actuaba como tabú del instinto sexual.
Tampoco debe olvidarse que en la zona convivían cuncos, huilliches y chonos, más la presencia esporádica de otros hombres forasteros del mar. El Trauco venía justamente a poner una traba a las relaciones interraciales.
Aunque haya sido una creación típicamente chilota, conviene recordar los numerosos ejemplos suministrados por Frazer, en cuanto al comportamiento que debían observar las mujeres de ciertas tribus en caso de ausencia de sus maridos, especialmente cuando éstos andaban en incursiones bélicas. El adulterio les era fatal a los hombres ausentes y severísimos los castigos para la culpable. Bueno, y si se trasplanta al archipiélago esta norma, ¿no serviría perfectamente en caso de las ausencias periódicas de los navegantes insulares? Con todo, el mito del Trauco todavía resulta benéfico como lo fue durante la vida tribal. Entonces era, como se dijo, posiblemente un freno a las relaciones sexuales. En laépoca de la Colonia protegió a las mapuches del asedio del esto que éste era el auténtico violador de mujeres. En la actualidad sirve de advertencia a las muchachas campesinas contra los mozos lugareños y los merodeadores pueblerinos. En la ingenuidad simplista de mentes crédulas e impresionables, un gallo del monte, con su bonete rojo y su golpear enérgico contra el tronco de algún árbol viejo, puede bien a la distancia, parecer un diminuto hombre silvano.
El Trauco gusta del exquisito y delicado sabor de las muertas. Parece ser éste su alimento predilecto. También era frutita y dulce agrada a las personas. En su recolección por entre los matorrales no son raros esos encuentros fortuitos que atentan contra el sexto mandamiento de la religión católica. Después las consecuencias se cargan a la abultadísima cuenta del personaje mítico de traje de quilineja, de los cuales hay uno por lo menos cada bosque. Pero el Trauco, como todos los individuos, puede ser neutralizado. Hay varias maneras, y una de ellas consiste en arrojarle a los ojos un puñado de arena. El "petiso" se pone a contar los granos de arena, con lo cual da tiempo para librarse de él. (...) No ha sido posible dar con la etimología de la palabra "trauco". Podría haber varios derroteros para encontrarla. Entre otros recordemos el "trau-trau", un arbustillo de la familia de las mirtáceas, la murtilla blanca o bien el "chau", pequeño, de la lengua chona, o el "trau" huilliche, que equivale a unir, juntar. La fuerza física del Trauco le da cierta similitud al simpático Meñique de los cuentos europeos, en cuanto ella sirve a ambos para satisfacer necesidades vitales. El hecho de señalar al tique como el árbol preferido por este personaje para avizorar, puede ser un simple editamento sin mayor importancia, aunque es posible la altura del árbol, unos 15 metros, ofrezca una elevación conveniente a cualquier observador y un espeso follaje para pasar inadvertido. Además, en el tronco de los ejemplares suelen crecer algunas pequeñas plantas parasitarias como manchones oscuros, los cuales observados desde lejos por su forma caprichosa pueden semejar seres de conformación estrafalaria. (*)
(*) Fuente: Narciso García Barría, "El trauco", en Tesoro mitológico del archipiélago de Chiloé, Santiago, Editorial Andrés Bello, 1989, pp.120-125.

Leyenda Chilena de Chiloe " La Pincoya"


La Pincoya es una especie de nereida del mar. Mujer de hermosura incomparable, de temperamento alegre y de gran femeneidad. Durante las noches de luna llena suele salir de la orilla, ataviada con un maravilloso traje de hojas para entregarse, a eso de la medianoche, a una frenética danza capaz de "enlesar" hasta a los peces. Se le concede poder especial sobre peces y mariscos. de ella depende, en consecuencia, la abundancia o escasez de aquéllos en determinadas playas. Por tal razón este personaje asume en Chiloé los atributos divinos de una Tetis de menor jerarquía. El isleño, entonces, hace todo lo posible para no contrariarla, para no perder su protección. Una forma muy práctica de agradarla consiste en colocar dentro del corral de pesca una piedra lisa de buen tamaño, sobre la cual la bella deidad pueda ejecutar su baile con mayor desenvoltura y comodidad. La fantástica danza ritual de la Pincoya puede tener dos objetivos muy opuestos. Por ejemplo, si desea dar abundancia a una playa deposita algunos mariscos en la arena con la cara vuelta hacia el mar; pero si, por el contrario, se propone alejarlos de allí, ejecuta el ceremonial mirando a los cerros, vale decir, de espaldas al mar. Esto es suficiente para que los mariscos hagan "Gnal" y comiencen a escasear y para que los cardúmenes se alejen por los canales hacia otros lugares más propicios. Esta femenina beldad del mar tiene como esposo al Pincoy, divinidad de los pescadores. Personifica la fecundidad de las especies marinas. Secunda a su cónyuge en sus rituales mágicos, como en una suerte de resabio de viejos hábitos matriarcales. La Pincoya es el personaje a la medida para los pueblecitos pescadores, tal corno lo fueron Ceres y Démeter para los agricultores latinos, griegos, respectivamente. El nombre de este personaje es, a todas luces, de extracción incásica o aymará. "Coya" en ambos idiomas significa princesa o esposa del emperador. Entre los indígenas de Chiloé no había un personaje de tan alta investidura sencillamente porque la organización social permanecía aún en los peldaños inferiores de la evolución. Con la Pincoya se justifican en forma idealizada los ciclos periódicos de abundancia y escasez de moluscos, crustáceos y peces en las costas de las islas. Se dice que la Pincoya es susceptible al halago de la gente y que los pescadores se hacen acompañar hasta sus embarcaciones por muchachas alegres al salir de pesca en alta mar. La Pincoya entonces se muestra dispuesta a ayudarlos en su tarea. Como se ve, con este detalle se ha deshumanizado aún más a esta divinidad, rodeándola de atributos temperamentales muy humanos y, sobre todo, muy femeninos. El "threputo", práctica de guasquear las aguas en los corrales nuevos, podría ser considerado en este caso como un ritual dirigido indirectamente a conseguir los favores de esta princesa o deidad de las aguas marinas. No debe olvidarse un hecho importantísimo. Durante el primer período que siguió al hundimiento del valle y a la formación del archipiélago, la transformación de los antiguos campos en playas arenosas aptas para la vida de moluscos y crustáceos, ha tenido que ser un proceso más o menos lento y, por consiguiente, prolongado. Las condiciones materiales apropiadas a la vida de la fauna marina del subsuelo fueron creándose en forma paulatina, mediante pausadas transformaciones cualitativas. Sólo cuando este proceso se hubo cumplido, los mariscos encontraron un medio adecuado para su existencia y, por tanto, a la propagación de las especies. Entonces también maduran las condiciones para hacer uso de ellos en beneficio de la población insular.
Ya se dijo anteriormente que el descubrimiento por parte de los aborígenes de tales ventajas, no ha debido de ser un hecho instantáneo. En todo caso, las primeras que se entregaron a la tarea de recoger mariscos para la alimentación de la familia fueron mujeres, las auténticas "pincoyas", pues este paso, este portentoso descubrimiento, tuvo honda repercusión en toda la comarca. Aseguró la subsistencia de la población.
Un hallazgo así bien valía ser bailado hasta caer sin aliento sobre la arena. Más tarde, las frecuentes visiones de mujeres mariscadoras que se movían en las playas de las islas adyacentes, reafirmarían la creencia en la Pincoya. La imaginación, pronta a la fantasía, las transfiguraría en personajes sobrenaturales.
Es muy probable que primitivamente hayan existido ritos, exorcismos o conjuros más directos que el "threputo" para implorar los favores de esta deidad, como muchos personajes de encumbrada posiciones, no siempre se muestra dispuesta a una generosidad espontánea.
Si el mar y la playa fueron en épocas pasadas, si no la única fuente de subsistencia para la población de muchas de esas islas, al menos la plaza principal de abastecimiento; si la vida de la gente dependía en gran medida de los productos marinos, y si éstos, por su parte, estaban gobernados y racionados por la Pincoya y su principesco consorte, es lógico pensar en la existencia de rituales y exorcismos destinados a suplicar la permanente protección de ambos. Pero, ¿cuáles eran en buenas cuentas esos ritos y exorcismos? ‘Y si los había, ¿iban acompañados o no de ofrendas especiales, y en qué consistían? Lástima no poder contestar cuestiones tan interesantes y fundamentales. Por último, y ésta es una opinión estrictamente personal, la Pincoya y el Pincoy al parecer estaban directamente destinados a mantener la moral y la confianza de los isleños ante los periodos de escasez de alimentos y en las temporadas de privaciones, frente a las cuales era preciso mantenerse resignados y, si es posible, conformes. Había en el fondo una enseñanza ética: confiar en la venida de las vacas gordas y espigas llenas. Mientras tanto, conveníaser previsores y cuidadosos con los víveres recolectados. De esta manera ha surgido la costumbre de secar, mediante el humo, el pescado y los mariscos que no se consumen en estos períodos de abundancia. La Pincoya y el Pincoy encarnan, en este caso, un principio antitético frente al espíritu del malvado Cuchivilu. Mientras éste pude ser considerado como enemigo manifiesto de la comunidad aborigen, aquéllos aparecen como sus aliados y bienhechores. Siempre es evidente la contraposición entre el Bien y el Mal. (*)
(*) Fuente: Narciso García Barría, "La pincoya", en Tesoro mitológico del archipiélago de Chiloé, Santiago, Editorial Andrés Bello, 1989, pp.79-83.

Leyenda Chilena de Chiloe "El Caleuche"





El Caleuche es un buque misterioso que navega y vaga por los mares de Chiloé y del sur de nuestro país. Se dice que lo tripulan brujos muy poderosos. Por lo general aparece cuando hay neblina, que él mismo crea, y en las noches oscuras se ilumina intensamente. Nunca surca las aguas de día.
En la cubierta de esta legendaria embarcación se realizan grandiosos bailes y es posible escuchar una maravillosa música de fiesta. Son justamente estas melodías las que atraen a los náufragos o tripulantes de lanchas veleras, a los cuales incorpora como parte de su dotación.
Sin embargo, el Caleuche se convierte en un simple madero flotante si una persona, que no sea bruja, se aproxima a él o, incluso, se hace invisible.
Los marineros del Caleuche tienen ciertas particularidades físicas, como una sola pierna para andar, por que la otra la llevan doblada por la espalda, y también son desmemoriados, para impedirles que cuenten el secreto de lo que sucede a bordo.
Al Caleuche no hay que mirarlo, porque a los que lo hacen, los tripulantes los castigan torciéndoles la boca, la cabeza hacia la espalda o matándolos de repente, por arte de brujería. Pero cuando esta misteriosa embarcación se apodera de una persona, la traslada a las profundidades -porque también puede navegar bajo el agua, mostrándole grandes tesoros y ofreciéndole parte de ellos con la sola condición de no contar lo que ha visto.
También se dice que cuando un comerciante de la zona se enriquece rápidamente, es porque ha hecho ocultas negociaciones con el Caleuche.
Una de las acciones más importantes de este barco es recoger a los que mueren ahogados, acogiéndolos en su interior, lugar que les sirve de eterna mansión

Leyenda Mapuche " El lago Lacar y su ciudad muerta"


Magia del patagónico lago Lácar durante el atardecer en fotografía de Sergio Armand.
Presentamos aquí una versión de la leyenda en torno al lago Lácar de procedencia Mapuche. Este leyenda fue recogida por Bertha Koessler-Ilg, una de las principales recopiladoras de mitos y leyendas araucanas.
EL LAGO LACÁR Y SU CIUDAD MUERTA
El truwi (chinchillón andino -Lagidium vulcani) había perdido una apuesta convenida entre varios animales de su comarca y debía pagarles una comida a los ganadores, sus kuchü: entre ellos había también algunos koncho, con quienes estaba doblemente obligado.
Muy complicada se le presentaba la tarea de preparar el banquete, ya que algunos de sus amigos sólo se alimentaban de carne, mientras que otros comían pasto y raíces y no faltaban quienes preferían el pescado fresco de las lagunas y especialmente el del lago Lácar.
El día del convite ya estaba próximo y el truwi no tenía nada preparado.
Y ello no era raro en el truvwi, quien se sentía gran señor y con pocas inclinaciones al trabajo.
Su mujer, la truwi, al ver semejante negligencia, le riñó seriamente.
Entonces el chinchillón se hinchó, alzó con soberbia su larga y espesa cola y se fue.
Decidido a efectuar alguna diligencia, el truwi llegó hasta la orilla del lago Lácar, se sentó dentro de un tronco hueco, comenzó a silbar y quedó a la espera de algún incauto.
Al poco rato, atraída por el silbido y con mucha curiosidad, la lipung asomó la cabeza entre los juncos. Y al advertirla el truwi con voz grave y solemne dijo:
-Yo soy el gran Rayo Futha LüIke.
Al decir esto, sacó pecho y vientre de orgullo. Muy vanidoso se sentía el vanidoso pícaro, de estirpe de ladrones, quien nunca diera carne por carne, como si fuera de la familia del zorro.
La trucha escuchaba maravillada y el truwi, quien acababa de comprobar el buen estado de la presa, volvió a decir, para ganar tiempo: -¿Conoces a mi mujer? Se llama Amankai y es de un hermoso color rojo. ¿Quieres que te haga una visita?
La curiosa lipüng se sintió conmovida ante tanto honor y le pidió al Gran Rayo que trajera a su mujer, cuyo magnífico nombre nunca oyera mencionar. Entonces el ladrón le dijo, con aire muy amable:
-Acuéstate sobre la arena: llamaré inmediatamente con un silbido a Amankai, mi mujer. El chinchillón silbó fuertemente y muy pronto se presentó en escena un personaje; pero no se trataba de su mujer, sino del águila cazadora, que dormía en un árbol vecino y a la cual acababa de despertar el silbido. El águila vio a la trucha gorda y reluciente sobre la arena, entre los juncos y como tan preciada presa despertó su avidez, intentó atraparla, pero el truwi intervinó muy oportunamente, y con enérgica voz, que surgía como un trueno del hueco del tronco, dijo, mientras la trucha miraba con aire estúpido la escena, sin comprender nada: -Vamos a narrarnos unos cuentos y ...alabado sea Dios! ...usted puede ser nuestro juez. Proclamaremos vencedor a quien refiera el cuento más largo y con mayor número de personajes. ¡Empieza tú, jaspeada hermosa, la de los bellos ojos!
Dentro de un momento llegará mi mujer, para otorgar el premio.
La lipüng no tenía buenas condiciones de narradora, pero se sintió tan honrada por esta preferencia que, después de un gran esfuerzo mental, comenzó así: -En cierta ocasión vino el puma, a mirarse en el agua ...Después vino el huemul a mirarse en el agua... y luego el zorro colorado y el jabalí a mirarse en el agua... Después, vino el gato montés y más tarde el zorrino ... Por último, llegó el ser más hediondo entre los hediondos, el truwi, el de la cola sucia y viscosa; el gran presumido vino al lago, y también quería mirarse en el agua... El truwi estuvo a punto de abalanzarse furioso sobre la calumniadora, pero el águila, quien advirtió el movimiento, dijo con tono conciliador: -Lo pactado debe cumplirse: le toca el turno a usted, señor silbador: debemos seguir como amigos... El águila sentía crecientes deseos de comerse la trucha, pero como no sabía quién estaba oculto en el árbol creyó prudente esperar. La voz era sonora como la de un demonio. -¡Ay! ¿Y si fuera el Trauko? El truwi, serenado, comenzó su narración: -Hace muchos años, una gran ciudad ocupaba este lugar del lago. La trucha tembló de emoción, ya que sus aristocráticos tatarabuelos habían vivido en esa época, pero no en la propia ciudad sino en sus alrededores.
-En la ciudad reinaba un inca -continuó el truwi.. Un inca perverso y descreído.
Lo sé por boca de mi cheche, el padre de mi augusta madre: mis ascendientes, las familias de Futha Lüfke, habían precedido en el gobierno de la ciudad al inca malo.
"Ese inca maltrataba y hacía matar a la gente, sin piedad, por cualquier motivo. Pronto sus súbditos se contagiaron y se tornaron perversos e intolerantes como él. "Odiaban a los extranjeros y los llamaban burlonamente "huinkas", o sea "ladrones de animales", porque veían que lucían pieles desconocidas y adornos de plumas raras, nunca vistas en la cordillera nevada. "A tanto llegó la perfidia de aquel inca que Dios, sentado en el cielo azul de su Reino, con su Señora Madre a su lado, decidió castigarlo.
"Justo era su designio, ya que El era el creador de la tierra, las aguas y los hombres. Y por eso mandó a su hijo, ya mozo y vestido de mendigo, para poner a prueba el corazón del inca.
"El hijo de Dios, con su pobrísima indumentaria, se presentó ante el soberbio gobernante y le imploré su ayuda.
"Este, enfurecido, les ordenó a sus guerreros que lo prendieran y empalaran, pero en el momento en que se iba a cumplir la voluntad del soberano, ante el estupor general, el joven se convirtió en un veloz arroyuelo y se deslizó a través de la ciudad... Nada lo atajaba: corría y corría, con creciente prisa...
"El inca oyó entonces una voz que le decía: "-Serás castigado, malvado.
"Lejos de atemorizarlo, esas palabras lo llenaron de ira. "Cuando llegó a su casa, encontró a su hijo muerto. "Los lamentos resonaban en todo el ámbito de la ciudad. "Los machi y todos los que eran capaces de interpretar el destino, comprendieron que el Gran Chau del cielo había mandado a su emisario para castigarlos. "A pesar de la prohibición del inca, muchos hicieron en secreto sacrificios para aplacar la ira divina. Cuando el inca lo supo, vociferó contra Dios y no sólo no le ofreció holocaustos, sino que castigó con la muerte a los pocos hombres que se mostraban creyentes. "En su cólera, arrancó la bandera blanca, que pedía buen tiempo, e hizo colocar la negra, que reclamaba lluvia, y él mismo, con un hacha, taló el árbol sagrado, el canelo.
"Otra vez, oyó la voz que le anunciaba:
"-Pronto llegará tu castigo. ¡Morirás!
"La voz provenía de mis propios aristocráticos bisabuelos, quienes vivían en las afueras de la turbulenta ciudad, en sus palacios de piedra labrada o madera pintada, como acostumbraban vivir los grandes señores en sus dominios. La voz de mis antepasados encarnaba la verdad: el riachuelo crecía sin cesar; primero, arrastró objetos pequeños y luego todo lo que encontró en su camino.
"Empezó a llover torrencialmente y el río se convirtió en una inmensa masa de agua embravecida, que arrastró a animales, hombres y casas; el palacio del inca desapareció con todos sus habitantes y numerosas mujeres, porque había tantas como fuegos se encendían en él.
"Porque cada mujer tenía a su cargo un hogar y además una parcela de tierra de cultivo. Y no quedó una sola ruka en pie. El inca y la ciudad desaparecieron bajo las embravecidas olas de este gran lago.
"Con el correr de los años, la gente olvidó el nombre de la ciudad, que se llamaba Kara Mahuida, o sea "Ciudad de la montaña y del bosque". Porque, como se puede ver aún, la rodeaban estas montañas y estos magníficos bosques...
"Y al lago que sepultara a la ciudad lo llamaron Lácar, lo cual significa "ciudad muerta"...
Este es mi cuento, señor juez -dijo el truwi-. Y como en él aparecen tantos personajes, todos los de una populosa ciudad, me corresponde el premio, y el premio es...."
Y al decir esto quiso abalanzarse, pero al salir del hueco el águila lo vio y reconoció en él al pícaro y farsante truwi, le cerró el paso sin miramientos y decidió comerse ella la trucha.
La lipüng, quien notara el ardid, se había deslizado lentamente entre los jueces y, sin esperar a que la narración concluyera, desapareció en este instante de las aguas del lago.
Ambos burladores quedaron burlados. Entonces, el águila decidió atrapar al truwi, quien estaba regordete, y llevárselos a sus pequeños, pero el truwi previó el peligro y se ocultó en su escondite.
Desde entonces, el truwi vive en los huecos de los árboles o rukas de piedra, adonde sólo llegan los búhos.
Todos los animales desprecian al truwi y al águila de rapiña por sus pésimas cualidades.
La ciudad muerta yace en el fondo del lago, que por eso se llama Lácar, aunque también puede significar "lugar misterioso", o "lugar que asusta". Sus plácidas aguas se agitan en ciertas ocasiones, peligrosas y traicioneras.
El inca fue condenado a cabalgar sobre un enorme tronco, con el cual ha de navegar eternamente por el lago.
Así se lo ve en medio de las tempestades que convulsionan las aguas, entre los vientos que rugen y braman desatados, sobre las olas blancas de espuma, a la luz de los rayos verdes que saben cruzar el espacio.
El inca, dueño y señor de aguas, poseído de su antigua crueldad, ataca y mata a cuanto ser vivo encuentra a su paso; por eso, todos huyen y se ocultan.
Al amainar la tempestad, suele verse flotar en la superficie los cadáveres de peces y otros animales y también de hombres. Hasta las sirenas del lago se ocultan en las grutas, que son los palacios de la extinguida Kara Mahuida. (*)
(*) Fuente: "El lago Lácar y su ciudad muerta", en Bertha Koessler-Ilg, Cuentan los araucanos, Editorial Nuevo Extremo, Cuidad de Buenos Aires, Argentina, pp.110-114.

Leyenda Argentina "La leyenda de la cueva de las manos"


Por Ernesto Aníbal Portilla Ilustración: Adriana Cristina Portilla


La Cueva de las Manos es uno de los lugares más paradigmáticos de la Patagonia.
Se encuentra en la Provincia de Santa Cruz, cerca del Río Pinturas, en la Patagonia Argentina. En las paredes de una cueva se estampan misteriosas y antiquísimas figuras de manos de diversos colores. El aura poética y mítica de este sitio, inspiró esta Leyenda de la Cueva de las Manos, creada por Ernesto Aníbal Portilla, que presentamos aquí, en este momento de Mitos y leyendas patagónicos de Temakel. Hace 43 años que Portilla reside en la Patagonia; actualmente (desde hace unos 20 años), vive en Comodoro Rivadavia. Ha recorrido las vastedades patagónicas trabajando en comisiones de exploración sísmica (YPF) desde Río Grande, en Tierra del Fuego, hasta Comodoro Rivadavia, en la Provincia de Chubut. Ha editado dos libros; uno con cuentos cortos y otro con poesías con ilustraciones de su hija, Adriana Cristina Portilla, autora de la imagen de la Cueva de las Manos que fulgura arriba.

LA LEYENDA DE LA CUEVA DE LAS MANOS Era verano, la niña adolescente escuchaba el rumor de las cristalinas aguas del río que unos momentos antes habían acariciado su hermoso cuerpo, haciéndolo estremecer con el frío que traía desde las cumbres nevadas. Ahora el sol besaba su cuerpo desnudo haciendo resaltar aún más la belleza de su piel morena devolviéndole el calor llevado por el río en el agreste paisaje patagónico. Luego de haber secado sus largos cabellos, negros como la noche, se vistió y se colocó la vincha con la pluma que por su rango de princesa tehuelche le correspondía. Un poco más allá, río abajo, una débil columna de humo indicaba el lugar donde se encontraba acampando su tribu de costumbres nómades. Después de adornar su cabello con algunas flores silvestres comenzó a subir sin prisa por la ladera del barranco que encajonaba al río, mientras pellizcaba algunos frutos de calafate que encontraba a su paso, siguió por el sendero que llegaba hasta una saliente rocosa que coronaba la meseta. El lugar a donde la llevaron sus pasos tenía la forma de un extenso alero natural de piedra con pequeñas cuevas en su base. Desde allí, se podía contemplar un majestuoso paisaje con el río pasando lentamente allá abajo, bordeado por la típica vegetación desértica de calafates y molles poco desarrollados y algunas hierbas aromáticas como el tomillo. Su pecho estaba agitado por el esfuerzo de haber subido hasta allí; a ello se sumaba su ansiedad por el momento en que se encontraría por primera vez con un joven indio de una tribu vecina, con el que habían acordado una cita durante la última fiesta religiosa que compartieron en señal de amistad y paz. El joven cazador llegó a los pocos instantes. Quedó embelesado contemplando a la princesa, que estaba más bella que nunca. Luego, se tomaron de las manos mientras el aire cálido del verano transportaba el canto de las aves y el rumor del río. Todo era belleza y amor en la hermosa tarde, nada hacía sospechar que una gran roca rodaría desde lo alto, alcanzando a la muchacha que quedó desvanecida al resultar herida por el golpe recibido tan imprevistamente. El joven se apresuró a socorrerla, pero vio cómo otras piedras amenazaban caer sobre ellos; entonces, corrió para sostenerlas evitando que pudieran sepultar a la princesa mientras pedía auxilio a la toldería. Sostuvo las rocas con tanta fuerza que la sangre brotó de sus manos quedando impresas en las piedras de manera indeleble. De inmediato, acudieron en su ayuda todos los miembros de la tribu, que en esos momentos se encontraban haciendo unos preparados para teñir las prendas que confeccionaban. Al llegar, el cacique ordenó que todos ayuden a sostener la montaña mientras él socorría a su hija que continuaba desmayada. Se acercó el joven cazador y se atrevió a besarla. Ella despertó confusa, pero sonriente en el momento que todo pareció volver a la calma. Luego, todos retiraron sus manos de las rocas, pero sus huellas quedaron impresas con los diferentes colores que habían estado preparando.
En agradecimiento a la casi milagrosa salvación de su hija, el cacique eligió ese lugar para las rogativas religiosas que se celebraban todos los años, incluyendo en las ceremonias la impresión de nuevas huellas de manos para sostener las rocas durante las miles de lunas por venir. (*) mayo de 1994 (*) Fuente: Ernesto Aníbal Portilla: Autor ; Adriana Cristina Portilla: Ilustración; Derechos de autor Ley 11723; Registro de derecho Nº 731566; (Del libro "Era verano").

Leyenda Argentina "El secreto de la vida, el secreto de la muerte"

Arboles en la provincia de Neuquén, en la Patagonia Argentina, lugar de donde procede la leyenda quizá pehuenche que sigue a continuación.



Esta leyenda, que probablemente sea de origen pehuenche o quizás tehuelche, fue relatada por doña Virginia Hueñuñanco, una anciana pikumche de la reservación de Millaqueo, en la zona de Las Lajas, provincia del Neuquén, quien alegaba ser descendiente de una machi de esa tribu, y ser machi ella misma.
Cuentan los picumche que Nguenechen creó el mundo con todo lo que podemos ver en él: los lagos, los arroyos, las cumbres nevadas, el mar infinito que hay detrás de ellas, y la llanura que comienza donde termina el bosque. También hizo a Antü, el astro rey, a su esposa Küyen, la luna, al hermano de ésta, Küref, el viento, a la helada Kamlin, la nieve, a Mahún, la lluvia, y a todas las plantas, desde el gigantesco pehuén hasta el diminuto chakai con sus flores amarillas. Después trajo a los animales: al hediondo oije, el zorrino, al sabroso choike, el ñandú, al fiero nahuel, el tigre, y a todos los demás. Finalmente, y para su propia satisfacción, puso sobre la tierra al alén, el hombre. También concedió al hombre cualidades que no había dado a los otros seres y cosas, como la capacidad de amar y el poder del fuego y del amor, pero se reservó, para que dispusieran de ellos sólo quienes él dispusiera, los arcanos más importantes del Universo: el secreto de la vida y de la muerte y el misterio de lo que vendrá. Nadie sabría por adelantado cuándo moriría ni cuál sería su destino cuando esto sucediera; nadie podría conocer de antemano la forma ni el momento en que acabaría su vida o la de su raza. Sin embargo, un día Nguenechén contó a los perros y a los caballos los destinos de la che, la gente, y dispuso que, de allí en más, cada perro y cada caballo sabría el momento de la muerte de su amo, pero que tendrían prohibido decírselo. Ellos serían los únicos conocedores del misterio. Por eso estaban siempre inquietos, viviendo en este mundo y contemplando a la vez cosas del otro, acompañando a sus dueños y viendo rondar entre ellos a la desgracia y a la muerte. Pero un día sucedió que el ya anciano Leuke-lonco(1) comenzó a preguntarse: ¿Cuál sería su futuro después de la muerte? ¿Cuándo llegaría su última hora? ¿Cómo sería el mundo de los muertos? ¿Podría reunirse allí con sus apü, los ancestros? ¿Quién lo sucedería, y qué pasaría con la tribu una vez que él hubiera partido? Ya su cuerpo era menos activo que antes; las largas cacerías del nahuel y las boleadas de ñandúes habían terminado para él. También las sangrientas batallas contra los tehuelches eran cosa del pasado, al igual que las largas expediciones de reconocimiento, en busca de mejores tierras para su tribu. Leuke-lonco añoraba el pasado salvaje de su juventud; en las madrugadas de invierno, bien arropado en su manto de piel de guanaco, entretenía su insomnio escuchando ladrar a sus perros y piafar a sus caballos, y no podía evitar que extraños pensamientos acudieran a su mente. ¿Sería verdad aquello que había escuchado desde pequeño, sin haberle dado importancia nunca, de que los perros y los caballos sabían cosas de los hombres que éstos ignoraban? Hasta que una noche, desvelado, el viejo Leuke le echó los cueros a su caballo preferido y salió a recorrer el valle bajo la luz de Küyén, la luna. Iban al paso por la senda que lleva a la cascada: un jinete ya algo encorvado sobre Kahuell, su caballo blanco, mientras Trehua, su perro negro, correteaba por los alrededores, alejándose unos instantes para olfatear algunas matas y retornar luego a su puesto junto a la cabalgadura, al parecer ajeno a los pensamientos del anciano. Repentinamente, el viejo lonco, el viejo cacique, rompió el silencio: -Dime, Trehua, ¿por qué, algunas noches, te desesperas de tal forma que tus aullidos desgarran la noche, y hacen estremecer a los hombres? El perro se volvió, levantó los ojos hacia su amo y sacudió la cabeza, como si su voz no le dijera nada comprensible. -Vamos, Trehua, ¿es cierto eso que dicen, que te visitan los espíritus de los muertos para hablarte de los vivos? El sabueso echó las orejas hacia atrás y miró al anciano con ojos comprensivos, pero ningún sonido salió de sus fauces. -Trehua, quiero saber si la primavera me verá con vida; dime si mis ancestros te han dicho algo acerca de mi muerte... Sin emitir el menor sonido, el perro lo miró con ojos aterrados y corrió a colocarse delante del caballo; entonces Leuke, inclinando el torso, se dirigió a él: -Entonces vos, Kahuell, contame vos estos misterios. Yo te prometo guardar el secreto. No se lo diré a nadie jamás. Pero el caballo siguió andando; sin darse por enterado, apuraba un poco el paso y bajaba la cabeza apuntando con las orejas en la dirección de la marcha. Entonces el anciano Leuke se cansó de rogarles a quienes le debían obediencia, y recurrió a su autoridad de cacique: -¡Contéstenme! -gritaba-. ¡Aquí yo soy el amo, y van a hacer lo que yo les diga!. ¡Hablen o lo van a lamentar! -Y el viejo, fuera de sí, parecía a punto de castigar al caballo, que se asustó tanto que se detuvo de golpe y después de un largo y largo relincho, comenzó a hablar precipitadamente: -Leuke-lonco, lo que te han contado es verdad; tanto nosotros, los caballos, como también los perros, podemos ver lo que ustedes, los hombres, no pueden. Para nuestra desgracia, Neguenechén decidió confiarnos el poder de ver lo que los hombres no pueden. Sabía que ustedes, los mapuches, no pueden contenerse y que se aterrorizan cuando saben que les falta poco para morir. El viejo, que escuchaba ansioso, quiso saberlo todo, y el caballo continuó: -Hay un mundo de abajo, que es oscuro y triste. Allí vi los espíritus de muchos conocidos... convertidos en animales más feroces que el nahuel, en pájaros repugnantes... vagando entre la humareda de leña verde y apestosa, que no deja respirar. Y está también el mundo de las nubes; allí viven las almas de los guerreros, condenadas a pelear en una batalla que no terminan nunca...Cuando pienso que pronto tendré que acompañarte allí, que nuestro fin se acerca... Leuke-Llonco estaba pálido. Acarició el cuello del caballo con una mano temblorosa y le dijo: -Por favor, quiero saber cuánto tiempo me queda. Quiero ver lo que me espera antes que sea tarde. Tiene que haber una forma de conseguirlo. Kahuell contestó: -Si de verdad estás decidido, no puedo impedírtelo, pero te advierto que no te resultará fácil. Untate los ojos con mis lagañas, que están hechas sólo delágrimas de tristeza. Serás dueño del Gran Secreto, verás pasar ante tus ojos el pasado, el presente y el futuro. Yo, por desgracia, ya he visto demasiado. Ahora es tuyo el regalo de Nguenechén. Entonces Leuke, sin pensarlo dos veces, frotó sobre sus párpados las lagañas transparentes de Kahuell. Cuando abrió los ojos lo primero que vio fue a sus muertos queridos, a sus parientes y amigos que se acercaban, pero cuando estuvieron lo suficientemente cerca advirtió que ya no eran ellos, sino una fila de espectros tan repulsivos que le paralizaron el abrazo. Así cambió la vida del pobre Leuke-lonco, que ya no tuvo ni un momento de paz. De día, donde todos los demás veían el valle, las piedras, el agua, él veía cruzar las almas en pena. Se sentía muy solo y todo le daba miedo. De noche lloraba con lágrimas malsanas que se secaban y pegaban al borde de sus párpados. Los mapuche comenzaron a hablar de él: "Leuke-lonco se ha puesto legañoso" "Leuke-Lonco ya no sale a cabalgar en su caballo blanco". Un día de lluvia, de hielo y de nieve se apagó la vida del viejo lonco. Como él lo había dispuesto para salvarlos, no fue enterrado con Trehua ni con Kahuell, sino que eligió a otro caballo y otro perro para que lo acompañaran en el último viaje. Como todos los pikumche, sin duda habrá cabalgado hasta la orilla del lago Füta-Lafkhen, donde se habrá despedido del caballo, que habrá salido galopando a encontrarse con el resto de la tropilla cuyo jefe es el Caballo de los Siete Colores. Después se habrá embarcado para cruzar el lago, camino a Pu láyem-huapi, la Isla de los Difuntos. Sin duda habrá llevado al perro, para que lo proteja de las aves de rapiña que quieren sacarles los ojos a los viajeros. La tormenta seguía tronando sobre las tierras de los pikumche, sobre la tumba de Leuke-lonco. Kahuell restregaba su flanco blanco y empapado contra el tronco de un colihue. De pronto, entre los nubarrones se abrió paso un terrible rayo verde, que fulminó al caballo que había revelado a un hombre los secretos de Nguenechén. Desde entonces todos los caballos blancos están malditos: sudan de miedo y se revuelcan en la tierra cuando presienten lluvia, huyen tanto de la luz del sol como de la de la luna y buscan siempre el abrigo de los árboles. Ya no pueden hablar, pero relinchan de angustia en las noches claras, cuando son más nítidas las visiones de los aparecidos. Los perros negros también se asustan de los muertos y aúllan a la luz de Küyén, pero de día están tranquilos y andan por el campo detrás de sus amos, olfateando el mundo bajo la protección de Nguenechén, porque ellos supieron guardar el secreto. (*)
(*) Fuente: Cuentos, mitos y leyendas patagónicos. Selección y prólogo de Nahuel Montes, Buenos Aires, Ediciones Continente.
Nota: (1) Lufke-lonko: en lengua mapuche era usual mencionar a las personas destacadas por su nombre propio, seguido del cargo u ocupación; en este caso, Lüfke (relámpago, rayo), acompañado de lonko (cacique, jefe).

Leyenda Argentina "El origen del Pinsha o Colibri"

La influencia inca fue decisiva en toda la región patagónica, a uno y otro lado de la Cordillera de los Andes, a tal punto que hasta provocó el traslado de los araucanos a territorio argentino, a través de las altas cumbres, en busca de terrenos de pastoreo y lugares para erigir sus rucas. Este sucedido (1) fue recogido en la reservación huiliche de Cañicul, en el departamento de Lácar, al suroeste de la provincia del Neuquén.

EL ORIGEN DEL PINSHA O COLIBRÍ

A orillas del lago Paimún (2) vivían, hace mucho tiempo, dos hermanas, ambas hermosas, aunque cada una de ellas de una belleza diferente, ya que mientras Peñênhuaitén era rubia, rutilante y expresiva, siempre dispuesta a las bromas y que hacía pensar en un mediodía soleado, Peñênkürú tenía una hermosura morena reservada, misteriosa y callada, que evocaba bosques umbríos y nevadas noches de luna bajo la protección de los pehuenes.Las dos jóvenes y hermosas doncellas eran hijas del lonko Mañke, un cacique muy sabio y justo y, por haber sido hijas únicas, eran muy compañeras entre sí. Pero un día un gran jefe inca se enamoró de Peñênhuaitén y la pidió en matrimonio. Mañke no lo dudó un instante, pues el pretendiente era de gran alcurnia y, aunque huinka, parecía buena gente y, por otra parte, Peñênhuaitén era la mayor de las dos hermanas, y a la que correspondía casarse primero.Como resultado, la muchacha y el inka se casaron y se fueron a vivir a un hermoso palacio de piedra, erigido en una de las cumbres del cerro Litrán-litrán

Pronto Peñênhuaitén supo que esperaba un hijo, y el inca, al enterarse, hizo venir a varios amautas de su propio reino, para que hicieran sus profecías y tomaran a su cargo todos los requisitos médicos de la joven madre. Finalmente, el amauta mayor anunció que nacerían un varón y una mujer, y que los dos, como señal de alcurnia y distinción, ostentarían un mechón de pelo blanco sobre la frente.A los pocos meses, ante un intempestivo viaje del inca, que debió regresar temporalmente a su país, Peñênhuaitén pidió a su hermana Peñenkürú que subiera a su palacio para hacerle compañía. Así fue el reencuentro entre ambas, pero las cosas ya no era como antes. Peñenkürú sentía que su hermana la había abandonado, además de una profunda envidia que la corroía por dentro, al ver la vida fácil que llevaba, el amor con que la trataba su esposo y la miradatierna que le había lanzado al despedirse.En realidad, Peñenkürú siempre había sentido celos por su hermana... Por su facilidad para hacer amigos... su bondad y su aparente falta de sentimientos de egoismo o de envidia.A decir verdad, Peñenkürú trataba con esfuerzo de mantener sus sentimientos bajo control, pero cada vez estaba más convencida de que la vida era injusta con ella, al haberle dado todo a su hermana y nada a ella... sentía que su corazón se endurecía y sus manos se apretaban en puños cuando pensaba en su infelicidad.
Al nacer los mellizos, un velo rojo pareció instalarse sobre sus ojos, y perdió todo control sobre sus actos. Manteniendo una apariencia serena y abnegada, convenció a su crédula hermana de que había parido un casal de perritos, y le entregó dos cachorritos que había recogido en un lugar cercano. Más tarde hizo fabricar un cofre de dura madera de lenga, encerró allí a sus verdaderos sobrinos y envió a un guerrero a que los arrojara en la parte más profunda del río Paimún, allí donde los rápidos fueran más violentos. Mientras tanto, en el palacio, Peñênhuaitén lloraba desconsoladamente, mientras amamantaba dos perritos.Al regreso del inca, las cosas salieron completamente de cauce: en el paroxismo de su furia, pensando que su esposa era la única culpable, y gritando como un poseso, levantó sus manos como para castigarla y luego, tomándola por un brazo, la arrojó violentamente al corral de los perros y mandó matar a los cachorritos. Por su parte, Peñênkürú, lúgubre y silenciosa,siguió deambulando por los corredores del castillo, como si callando pudieraechar un manto de olvido sobre la atrocidad cometida.Volviendo a los mellizos abandonados, cuando el guerrero arrojó a la corriente del Paimún el cofre, ignorando que en su interior dormían los hijos de Peñênhuaitén, las aguas se cerraron inmediatamente sobre él, cubriéndolo con la blanquecina espuma de los rápidos. Pero aquélla fue sólo una visión fugaz; a los pocos instantes, la caja surgió a la superficie unos metros más allá, y se mantuvo a flote a lo largo de un gran trecho, siguiendo los caprichos de lacorriente y girando locamente en los remolinos, hasta que, finalmente, vino a enredarse delicadamente en las plantas de la orilla, en un remanso de poca profundidad.Y cuenta la leyenda que Uenechen, desde el cielo, descubrió el contenido de la caja y decidió proteger a los mellizos, haciendo que una pareja de ancianos que pasaba cerca divisara el brillo de la cerradura, y sintieran curiosidad por conocer su contenido.
Al verlo, el hombre caminó hasta él por las aguas poco profundas y lo llevaron a su casa, comentando las bisagras y el hermoso cerrojo, pero sin abrirlo de momento, ya que había llegado la hora de cenar, ysu esposa lo regañaría si dejaba enfriar un guiso de carne de ñandú.
Pero Uenechen intervinó nuevamente, y mientras la pareja de huilliches comía su cena, comenzaron a escuchar unos ruidos extraños, como gemidos, que provenían del interior de la caja. La abrieron con cuidado, tratando de no destrozar la cerradura que tanto les había atraído y, para su sorpresa, encontraron dentro a la pareja de mellizos, en cuyo pelo se destacabanetamente un mechón de pelos de plata.
Los ancianos mapuches se sorprendieron enormemente al ver el contenido de la caja, pero se asombraron mucho más cuando, al retirar a los recién nacidos, éstos comenzaron a crecer a un ritmo que no podía esperarse de ningún niño humano normal. A pesar de ello, desde el primer momento les dedicaron todo su tiempo y todo su amor, aún sabiendo que aquellos extraños niños jamás serían como ellos pues, a pesar de que nunca se los veía comer o dormir, en poco tiempo habían crecido y se habían tornado hermosos como hijos de dioses.
Hasta que un día, mientras caminaba apesadumbrada y lentamente por la orilla del lago, tratando de imaginarse por qué la vida lo había castigado de aquella forma, convirtiéndolo en un padre sin hijos y un esposo sin esposa, el inka vió una pareja de niños, indudablemente gemelos, que jugaban juntos en las proximidades, y de inmediato se sintió misteriosamente atraído por ellos.
Sin saber aún porqué, se puso a observar a la hermosa parejita, y se encontró contemplando a un niño y una niña solitarios, que tendrían la misma edad que los suyos si éstos hubieran nacido normalmente. Y al acercarse a ellos para acariciar la cabeza del varón, lo sorprendió ver, en el nacimiento de la frente, un mechón de cabellos blancos como la plata y notó, con sorpresa, unrizo similar sobre la cabeza de la niña.Y en ese mismo momento, la luz de la comprensión invadió sus mentes con un relámpago cegador, y los tres se reconocieron mutuamente. La primera intención del padre fue la de tomar a los niños en sus brazos, pero muchachito lo enfrentó con dureza:-¡No eres merecedor de que te llamemos padre, porque sabemos lo que has hecho! ¡Sin detenerte a averiguar lo que había sucedido echaste a nuestra madre del palacio, y la condenaste a pasar hambre y frío entre los animales! Era una auténtica ñusta (3), y ahora debe disputar su comida con los perros, y su situación es aún peor que la de ellos, porque ella piensa y recuerda.
No puedes pedirnos que te llamemos padre! Conmovido por las recriminaciones de su hijo varón, el inca ordenó que llevaran a los gemelos al palacio pero, una vez allí, el niño reiteró susreproches:-¡No permaneceremos aquí ni un minuto más si no nos dejas ver a mamá y no le restituyes la libertad y el respeto que tenía y que se merece! Y si no lo haces, ¡te prometo que haré lo imposible por que no sigas reinando por mucho tiempo! Conmocionado y orgulloso por la actitud de su hio, el inca obedeció, y pronto la madre y sus hijos pudieron reunirse y conocerse, y ya nunca más volvieron a separarse.Con respecto a Peñênkürú, los mismos niños fueron los encargados de vengarse de su traidora tía, sacándola a empujones del palacio y atándola sobre una roca. Luego el muchacho sacó de una bolsa de cuero una pequeña llanka, un piedra de color verdoso intenso. La levantó en dirección al sol e invocó:-¡Antú! ¡Que tu calor y tu luz bienhechores atraviesen mi piedra mágica, paraasí convertirse en el rayo más devastador, y así destruir a Peñênkürú, el ser más abominable que haya puesto jamás los pies sobre esta tierra! Y la petición del niño se cumplió, pero un castigo aún más permanente iba a caer sobre Peñênkürú, porque su cuerpo se convirtió en pavesas, pero un pequeño trozo de su pérfico corazón no llegó a quemarse, y cuando kürêf, el viento, llegó y dispersó las cenizas, de entre ellas salió volando un diminuto pájaro irisado, que mostraba en sus plumas todos los colores del vestido que Peñênkürú había llevado puesto en el momento de desaparecer abrasada por la ira de Antú, el sol. Se trataba del pinsha, el colibrí que, desde ese instante, vive una vida atribulada e inquieta como la que llevaba la pérfida mujer antes de perecer.Está condenado a permanecer constantemente en el aire, moviéndose de un lado a otro en cabriolas erráticas y convulsivas, sin poder descansar jamás posado en una rama, y refugiándose en las grietas profundas y oscuras de rocas yacantilados para ocultar al mundo su desesperación y su vergüenza por la infamia cometida. (*)
(*) Fuente: Cuentos, mitos y leyendas patagónicos, Selección y prológo de Nahuel Montes, Buenos Aires, Ediciones Continente.NOTAS: (1) Los paisanos y aborígenes patagónicos denominan "sucedidos" a las narraciones de hechos en que intervienen seres humanos, pero tienen visos fantásticos. (2) El Paimún es el brazo noroeste del lago Huechulafkeñ o Huechulaufquen, como se lo suele llamar, ubicado en el Parque Nacional Lanín, en el departamento de Huilliches. (3) Nombre genérico y familiar para las hijas o esposas de reyes en el imperio Inca.

Leyenda Argentina "La furia del volcan Lanin"

El volcan Lanín, en la provincia de Neuquén, en la Patagonia Argentina.

El volcán Lanín, situado dentro del Parque Nacional del mismo nombre, en las proximidades de la ciudad de Junín de los Andes, provincia del Neuquén, tiene, como la gran mayoría de los accidentes geográficos patagónicos, una representación importante dentro de la simbología mapuche, especialmente en las leyendas huiliches, que lo consideraban la morada de uno de los Pillán más aterradores de la cosmogonía indígena de la región. Entre las distintas versiones que circulan sobre este personaje mitológico, hemos elegido una versión recogida por Mathew Reynard, un etnógrafo californiano, y publicada en el Ethnographic Society Journal, ya en el año 1892.

LA FURIA DEL LANÍN Como todas las alturas de los Andes centrales, el volcán (que por entonces aún carecía de nombre) estaba habitado, desde tiempos inmemoriales por un poderoso Pilláñ, el espíritu de un valiente lonko (cacique) de nombre Lanín, muerto en batalla contra los invasores del Arauco, cuya alma se había transformado en una agresivo, aunque justo, espíritu defensor de la naturaleza. Pero un día, acuciados por la necesidad de carne para alimentar a su gente y pieles para abrigarse, llegó a sus vertientes una partida de guerreros de la tribu huiliche de Huanquimil, que venían desde muy lejos en procura de huemules, los cuales constituían su principal fuente de almientos, vestimenta y toldos para sus rukas (casas). Forasteros en la región, y sin sospechar el peligro que significaba ascender las laderas del volcán, llegaron hasta muy alto, en procura de los evasivos animales, pero entonces el Pilláñ, furioso por la invasión a sus territorios desencadenó una gigantesca erupción, como nunca sehabía visto en la región. Repentinamente, el volcán sacudió su letargo de siglos y comenzó a arrojar ardientes cataratas de lava, que rodaban por sus laderas, calcinando todo lo que encontraban a su paso, en medio de dantescas llamaradas y piedras candentes, acompañadas del sordo fragor que provocabanlas grietas que se abrían para tragarse a los cazadores, haciendo honor alnombre de Lanín, el cacique encarnado en Pilláñ. Los hombres de la tribu se reunieron para consultar a la machi, la sacerdotisa y curandera mapuche, sin cuya opinión no podía tomarse ninguna decisión importante. Y la decisión de la machi fue tan terminante y dramática como lo era la furia del Pilláñ; para calmar su ira era preciso sacrificar una virgen que fuera muy apreciada y entrañablemente querida por toda la tribu, y sólo había una candidata: Huillêfün, la hija menor del cacique, que debía ser arrojada viva al insondable lago de lava hirviente que bostezaba en la parte inferior del cráter del volcán. Aunque destrozado por la pena, el cacique no pudo hacer otra cosa que aceptar la terrible sentencia; el portador del cuerpo de la princesa, tambiéndesignado por los dioses, debería ser el guerrero más joven que hubiera recibido sus armas rituales: el valiente Talka, quien se sintió profundamente afectado por la elección, ya que amaba secretamente a Huillêfün, y había acariciado muchas veces la idea de solicitarla en matrimonio. Luego de recibir las instrucciones del consejo de Machis, Talka tomó el cuerpo de la muchacha entre sus brazos y ascendió con ella hasta el lugar de la montaña donde los vientos desencadenados por el Pilláñ soplaban con mayor violencia, sin que la boca de la virgen dejara escapar una sola palabra de queja. Con el corazón destrozado, pero sin poder evadir su destino, el joven dejó en el suelo el cuerpo de la princesa y comenzó a desandar el camino hacia el valle, a reunirse con su gente, dejando a Huillêfün abandonada a su suerte. Sin embargo, antes de emprender el regreso quiso contemplar una vez más el rostro de su amada y, al volverse, pudo ver el majestuoso vuelo de un imponente cóndor que se acercaba, y cuyos ojos refulgían con llamaradas de fuego, tan ardientes y rojas como las que desataba la furia del Pilláñ. Sin detenerse en su vuelo, ni posarse sobre las rocas, el enorme cóndor tomó a la joven entre sus garras y, a pesar del desesperado grito de Talka, se elevó con ella y la arrojó a la ígnea masa que esperaba en el fondo del cráter. Inmediatamente, densas nubes de humo y vapor oscurecieron el cielo y, a pesar de que el verano aún no había llegado a su fin, una espesa nevada cubrió el cráter y el valle con un manto blanco, del mismo color que la ropa que había cubierto el cuerpo virgen de Huillêfün. El sacrificio de la joven y la resignada desesperación de Talka parecieron apaciguar para siempre las iras del Pilláñ que, desde entonces, reina sobre un paisaje calmo, sumergido y dominado por la blancura del manto de Huillêfün y que, a partir de ese momento, recibió el adecuado nombre de Lanín que significa hundimiento o grieta. (*)
(*) Fuente: Cuentos, mitos y leyendas Patagónicas, Selección y prólogo de Nahuel Montes, Ed. Continente.

" EL MILAGRO DEL PEHUEN"

El pehuén, árbol sagrado de los Mapuches,
en ilustración de Pepe Zapata en su libro "Lo que cuenta el pehuén"

Leyenda Chilena de los Pehuenches
El pehuén o araucaria es un árbol sumamente particular, pero quizás su característica más peculiar resida en que crece casi exclusivamente (con muy escasas excepciones) en una zona cordillerana que abarca desde la región de Copahue hasta el lago Huelchulafkeñ. Esta circunstancia ha hecho que una rama de los mapuches, habitantes de la zona mencionada, recibieran el nombre de pehuenches, precisamente por venerar a dicho árbol, y tener a sus semillascomo fuente principal de alimento.Debajo de su copa de sombra generosa, junto al grueso tronco que les proporcionaba abrigo de los duros vientos cordilleranos, los grupos se reunían para sus camarucos y brindaban a los dioses sus ofrendas de carne, sangre yhumo, y colgaban de sus ramas sus muestras de agradecimiento y devoción. Esta leyenda constituye una de las más difundidas del folklore aborigen patagónico, y ésta es la forma en que la recuerdan los actuales pehuenches en la localidad de Chos Malal.Desde que se tenga memoria, Uenechén, el dios mapuche, había hecho crecer el pehuén en los grandes bosques de la tierra, pero al principio las tribus que la habitaban no comían sus semillas, que permanecían largo tiempo desperdigadas por el bosque, hasta que se transformaban en nuevos árboles o se pudrían por efectos de la humedad y el calor del verano. Los pehuenches consideraba al pehuén un árbol sagrado, pero no comían sus piñones, que les resultaban duros y consideraban venenosos. (1)Y así fue que mucho antes de que el huinka, el invasor español, llegara con sus armas y sus ejércitos, hubo un invierno muy crudo, en que la tribu, ya sin alimentos ni reservas, estaba siendo diezmada por el frío y el hambre; los ríos se habían congelado, y habían desaparecido el huemül, el choike (ñandú) y el luan (guanaco), mientras los pájaros emigraban, ahuyentados por el tremendo frío. La tierra parecía encogerse aterida bajo la nieve y, si bien los hombres y las mujeres sanas aún resistían la hambruna, los viejos y los niños pequeños parecían condenados a una muerte terrible. Uenechén parecía negarse a escuchar las plegarias y rogativas; quizás El también estaba adormilado, arrebujado en sus pieles tibias de su lecho divino...Pero abajo, en la tierra, la situación era crítica, y el cacique dela tribu decidió tomar una medida desesperada: enviar a los cuatro vientos, y por distinto caminos, a sus guerreros más hábiles y fuertes a que se fueran lejos, tanto como fuera necesario, pero que no regresaran sin alimentos: bulbos de amankay y de ñolkin, frutos de chakai y de ñire y carne de cualquier animal que lograran cazar, así fuera de mara o de kófür, pero que permitiera sobrevivir a los más débiles.Y así salieron los guerreros, entusiastas y decididos, pero los días comenzaron a pasar uno tras otro, y los bravos regresaban uno tras otro, con las manos vacías y en peores condiciones de como habían salido. Hasta que faltaba tan sólo uno, en quien el cacique había depositado sus máximas esperanzas: Ñehueñ, cuyo nombre mismo simbolizaba su condición como el cazador más hábil que tenía la tribu.Con el paso del tiempo, también aquella esperanza comenzó a desvanecerse. De la mano del hambre, la angustia y la impotencia se fueron transformando enllanto de criaturas y desesperación de los mayores. Hasta que por fin lo divisaron a lo lejos, caminando dificultosamente por la ladera nevada, cargando a su espalda una bolsa improvisada con su poncho de piel de guanaco, llena de piñones de pehuén, que dejó caer a los pies del cacique.-Dime Ñehueñ-preguntó una machi, una sabia curandera, intrigada-. ¿Por qué traes tu bolsa cargada de frutos del árbol sagrado, del pehuén, si sabes que con él no saciaremos nuestro hambre?-Tus palabras son correctas, pero te equivocas en algo: lo que traigoes, en efecto, el fruto del pehuén, pero él será lo que nos salvará a todos-respondió el muchacho, sin vacilar.-¡No blasfemes, Ñehueñ! -intervino el cacique, irritado. ¡Uenechén te castigará por ello!-Déjenme explicarles y luego decidirán. Después de andar y andar durantemuchos días, sin encontrar nada para aliviar las necesidades de ustedes,regresaba por el camino de la cascada, cuando al remontar una lomada un desconocido surgió quién sabe de dónde y se puso a caminar junto a mí.-¿Qué buscas por mis montañas, hijo?-me preguntó.-He salido en procura de alimento para mi tribu, que muere de hambre -lecontesté-, pero no he encontrado nada. La nieve lo cubre todo, y muy pronto nos cubrirá a nosotros también.-Sin embargo, con tantos piñones de pehuén que cubren el piso, no deberíanestar pasando hambre. ¿Por qué desprecian un alimento tan extraordinario?-Es que son los frutos del árbol sagrado, anciano -le contesté, un pocomolesto-. Son muy duros, y las machí dicen que son venenosos.-¿Y tú crees que un regalo de Uenechén puede ser dañino para sus hijos? No, muchacho, no; vé y habla con tu tribu y dules que el pehuén es un alimento maravilloso. Sólo tienen que hervirlos para ablandarlos, luego tostarlos, ypodrán disfrutar de un manjar delicioso. Cada piñón es suficiente para alimentar a un hombre durante varios días, y pueden conservarlos durante el invierno, enterrándolos en pozos en el suelo blando, y así contarán consuficiente alimento, aunque escasee la caza. "Y luego de decirme esto, el desconocido desapareció como había venido, y yo me puse a juntar los frutos del pehuén para traérselos. Inmediatamente se reunió el consejo de ancianos y debatieron la noticia traída por el joven, decidiendo que el anciano que había interceptado a Ñehuéñ no era otro que el mismísimo Uenechén en persona, y ordenaron a las mujeres que hirvieran y luego tostaran los piñones traídos por el guerrero.Y a partir de ese momento, cuenta la leyenda que ya no hubo más hambre ni escasez de alimento, ya que los pehuenches aprendieron muchas formas de preparar los frutos del pehuén. Y así, el árbol sagrado se convirtió en la principal fuente de alimento de los pehuenches, quienes cada día, a la salida del sol, rezan con un pinón de pehuén o una pequeña rama en la mano, diciendo:"A Tí, padre, que no permitiste que muriéramos de hambre;a Tí, que nos concediste la dicha de compartir nuestro alimento;a Tí, Uenechén, te pedimos que nunca dejes morir al pehuén, cuyas ramas se tienden como brazos abiertos para protegernos." (*)
(*) Fuente: Cuentos, mitos y leyendas patagónicos, Selección y prólogo de Nahuel Montes, Ciudad de Buenos Aires, Ediciones Continente.