Monday, February 18, 2008

ÑANCULAHUEN





Ñanculahuen

Toda la tribu llora la terrible enfermedad que sufre su gran cacique Loncopán. La fuerza de su hermoso y corpulento cuerpo ha desaparecido y está postrado en su lecho sin poder moverse, a pesar de los remedios y del Nguillatün en el que pidieron a Nguenechén por su salud.

Loncopán es muy querido y respetado por sus súbditos, no solo por su destreza en la caza y en la guerra, sino también por la sabiduría, comprensión y justicia con que los gobierna.

Han ido a buscar a la machi a su choza, allá entre los cipreses y alerces del espeso bosque; tienen la esperanza de que con sus hierbas y exorcismos sagrados, cure la terrible enfermedad que lo está arrastrando a la muerte. Llega la machi y entra en la choza. Al lado del lecho del enfermo está su amante esposa Pilmaiquén, con los ojos llenos de lágrimas, desesperada. Le ha pedido a Nguenechén que tome su vida a cambio de la de su esposo.

La machi hace conjuros y ritos supersticiosos y entre gritos y gestos grotescos, exclama finalmente con una convulsión:

¡¡¡Ñancú..., Ñanculahuén!!!

Pilmaiquén se estremece y ahoga un grito en su garganta. La Ñanculahuén, es una hierba que crece en lo alto de la montaña, y está custodiada por el Nancú, el aguilucho blanco.

Todo el que intenta apoderarse de ella corre terribles peligros. No obstante, la amante esposa exclama sin dudarlo un momento:

¡¡¡Yo lo haré!!!

Se acerca a la cama de su esposo y le dice Yo te traeré la hierba. Dentro de tres días estaré de vuelta. Pilmaiquén parte decidida. Todos quedan aterrados cuando la machi les dice:

Ha ido a buscar la Ñanculahuén...

Pilmaiquén se internó por senderos solamente transitados por animales silvestres, hasta llegar a la cordillera nevada. El viento helado le azotaba la cara y las piedras y espinas cortantes hicieron sangrar sus pies, pero el pensamiento de su esposo le dio ánimo y le hizo soportar con alegría los sufrimientos.

Se alimentaba con los piñones de los pehuenes y dormía bajo las lengas achaparradas de las altas cumbres. Al segundo día llegó a los dominios del Rancú, donde crece la hierba que sana. Rendida se sentó sobre una roca a descansar. De repente sus ojos divisaron un ave blanca que se había posado en una roca cerca de ella. Su mirada era penetrante y con un graznido potente exclamó:

- ¿Qué has venido a buscar? -

- Mi esposo se está muriendo. ¡Dame la hierba que sana! Yo estoy dispuesta a dar mi vida por ella.

El Ñancú aceptó su sacrificio y le contestó:

- Por el amor que tienes a tu esposo, acepto tu ofrecimiento. Te daré la hierba que me pides, pero, a medida que tu esposo recupere su salud, tú perderás tus movimientos y tu palabra. Sólo conservarás tus ojos sanos para que puedas ver la obra que has hecho, y serás la esposa más amada del mundo.-

Vuela el aguilucho y regresa al momento con la hierba sagrada entre sus garras y se la da a Pilmaiquén que llora de felicidad.

Al tercer día de haber partido, la tribu recibe entre exclamaciones de asombro a Pilmaiquén que regresa con la hierba sagrada en sus manos. Rápidamente prepara la infusión con la maravillosa hierba y lava las heridas de su esposo que de a Poco va recuperando sus movimientos. Al mismo tiempo ello. va quedando paralizada y su dulce palabra se va apagando en sus labios. Cuando Loncopán recupera totalmente su salud pregunta por su esposa. La encuentra sentada cerca del bosque. Los ojos de su esposa se llenan de lágrimas al no poder hablar Loncopán comprueba que tampoco puede moverse. La toma en sus brazos y la lleva a la ruca y hace llamar urgentemente a la machi para que conjure el mal de su esposa.

- Tu esposa no volverá a hablar ni a moverse - le dice la machi-. Ese ha sido el precio de tu salvación. Ella le ofreció al aguilucho blanco su vida a cambio de la tuya y él aceptó el sacrificio.

La Machi

Loncopán cae de rodillas ante el lecho de su esposa y comprende cuánto lo ha amado. Desde entonces la Nanculahuén es la hierba sagrada que cura úlceras y está a disposición, por voluntad del aguilucho blanco, de todo el que la necesita.

No comments: